Desde
"Propongo cerrar esa ventana porque aquí hace un frío considerable."
De visita al ginecólogo.
A principio del siglo XIX, los médicos mostraban un gran pudor cuando tenían que tratar las enfermedades genitales de la mujer. En el examen ginecológico sólo se realizaba una palpación, y en 1870 el doctor William Goodell, del dispensario del hospital de
Un erudito gafado.
Évariste Galois (1811-1832) fue un matemático genial que desarrolló la teoría de grupos. Su corta vida estuvo salpicada de infortunios: tres de sus artículos sobre matemáticas se extraviaron o fueron rechazados por incompresibles, en dos ocasiones se le denegó el ingreso en
Mientras se encontraba en la celda, empleó toda la noche para transcribir a papel todos sus descubrimientos matemáticos.
Dos días antes de su muerte, Galois fue liberado de su encarcelamiento. Los detalles que condujeron a su duelo (supuestamente a causa de un lío de faldas) no están claros. Lo que queda para la historia es la noche anterior al evento. Évariste Galois estaba tan convencido de lo inmediato de su muerte que pasó toda la noche escribiendo cartas a su amigos republicanos y componiendo lo que se convertiría en su testamento matemático. (Actualización extraída de Wikipedia)
¿Trabajas o piensas?
En cierta ocasión, llegó a oídos del físico neozelandés Ernest Rutherford (1871-1937) que unos de los estudiantes de su laboratorio era un trabajador incansable. Una tarde, Rutherford se dirigió al alumno aplicado y le preguntó:
-¿También trabajas por las mañanas?
-Sí señor- respondió todo ilusionado.
-¿Pero entonces cuándo piensas?- espetó el profesor.
El fundidor de medallas.
Perseguido por los nazis, el físico danés Niels Bohr, antes de abandonar su país natal, disolvió en ácido sulfúrico las medallas de oro del premio Nobel que le habían confiado Von Laue y Franck. Escondió la botella con el metal fundido en un anaquel de su laboratorio de Copenhague y, al acabar la guerra, Bohr mandó refundir las medallas de los físicos.
Vacas, orejas y virginidad.
Esta historia ocurrió en una sesión de
-¿Así pues, usted argumenta que si cortamos una oreja a una vaca, a su descendencia y así sucesivamente, tarde o temprano nacerán vacas desorejadas?
-Sí, es correcto.
-Entonces señor Lysenko, ¿cómo me explica que sigan naciendo vírgenes?
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